El mundo en el que se mueven estos personajes es el del circo, un mundo lleno de tradición y, desde el punto de vista cinematográfico, de encanto: difícil pensar en el circo y no acordarse de las obras de Chaplin, Bergman, Fellini, por no decir que pocos nombres. Pero a la vez, un mundo que conlleva en sí el concepto de marginalidad. Desde un punto de vista social: se trata de personajes que siempre viven al margen de una sociedad en la que su estilo de vida no tiene un lugar preciso; desde un punto de vista geográfico: es gente que suele vivir en las zonas más periféricas de las ciudades, o a veces en el campo; incluso desde un punto de vista temporal: su quehacer, sus costumbres, sus rituales no tienen mucho que ver con la rápida evolución de la sociedad moderna, sino que parecen estar más bien anclados al pasado.
En este mundo tan peculiar se mueve Tairo, un joven de aproximadamente 20 años, domador de leones y tigres. Tairo vive solo en su roulotte en el campamento de su circo, y atraviesa un periodo de crisis existencial: un tigre se le ha muerto, otros felinos están viejos o enfermos y él, que ha crecido y vivido desde niño en el ambiente circense, se siente cansado y cada vez con menos ganas de seguir con ese tipo de vida. La pérdida de un amuleto, un fierro que un hombre musculoso le dobló cuando era niño, termina de hundirlo en una depresión: sin el amuleto perdido (¿robado?), Tairo siente que ya no puede trabajar. Bajo consejo del jefe del circo, Tairo emprende entonces un viaje por Italia en busca del hombre que quince años antes le dobló ese fierro para que le doble otro y lo ayude a recuperar la fe en sí mismo. Durante el viaje, Tairo tendrá la ocasión de volver a ver a su mamá, a su hermano, a parientes y amigos cercanos, reencontrándose y reconciliándose con su pasado y, obviamente, consigo mismo.
Uno de los aspectos más interesantes de Mister Universo, y en general del cine de Tizza Covi y Rainer Frimmel, es el concepto atípico de familia que estos proponen. En la gran variedad de personajes con los que Tairo se (re)encuentra, no parecen haber jerarquías de tipo sanguíneo, todos ellos guardando relaciones con el protagonista que, más allá de una mayor o menor cercanía física, tienen más bien que ver con el hecho de pertenecer a un mundo, el mundo de los circenses, en el que los vínculos entre sus miembros resultan ser mucho más fuertes que en la sociedad ‘normal’. Más allá de posibles peleas, rivalidades y venganzas, que tampoco faltan en la película, los personajes de Mister Universo parecen formar parte de una comunidad muy consciente de compartir una misma condición de marginalidad, una condición en la que la ayuda mutua se convierte en un elemento de fortaleza y un escudo para defenderse de un mundo en el que le resulta cada vez más difícil hallar su propio lugar.
Sencilla y entrañable, Mister Universo encierra en sí todas las cualidades del cine de la pareja de directores italo-austriaca: un cine sobrio, minimalista, de bajo presupuesto, pero con las ideas muy claras sobre el arte y sobre la vida.
Diego Barboni
Crítico cinematográfico experto en cine italiano. Traductor de películas en Say the SAME Subtitles.